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Diego Moya

Algo esencial en este trabajo: a través de ciertos aspectos elementales de la naturaleza estamos ante la presencia de los orígenes del universo. Lo que vemos en un cielo estrellado no es la luz del presente, sino de lo que pasó hace millones de años. Los estratos, la apariencia estructural de las rocas, nos hablan también de millones de años a través de los cuales se fueron formando y manifestando.

 

Miles de “Gigabytes” de memoria están inscritos en esas sílices, acontecimientos prehistóricos, prehumanos, que se desvelan ante nuestros ojos.

 

La 1ª parte de este proyecto consiste crear una relación entre la edad del planeta tierra y la edad de las gentes: la superficie de las rocas y la piel de personas mayores.

 

Piel de las gentes que, como continentes de la vida, ofrecen un contrapunto a las cortezas de la tierra. Poner en relación la piel de algunas personas con las impresiones directas de las rocas: relación con el el tiempo y la memoria.

 

La 2ª parte, “Terabytes de piedra”, en alusión al aumento necesario de la capacidad de memoria, se desarrolla obteniendo calcos tridimensionales de algunos de los relieves de las rocas que se extienden en cientos de metros en la costa de la ciudad de Asilah (Marruecos). Una piel sustanciada en relieves de pasta de papel, imagen de las huellas del tiempo y de los acontecimientos que las desencadenaron, una pregunta sobre su origen.

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